EL ATLETA GUERRER@
Una niña de nombre Satori, desde bien pequeña, cuando corría se sentía libre, alegre y en armonia.
Era una sensación inigualable, y a pesar de que siempre que podía corría de aquí para allá y no veía el momento de parar, las obligaciones educativas, familiares, así como las distracciones sociales, etc, muy pronto
la hicieron olvidarse de ello. Y dejó de sentirse ...
Durante la adolescencia, y después de una revolucionaria etapa llena de torbellinos emocionales, jarana, bullicio y jolgorio, falsos elixires, de varios amores y desamores, ... una buena amiga que corría en un club de atletismo, la invitó a que volviera a probar.
-¿Por qué no?, pensó.
Tras las primeras y no demasiado dulces experiencias, Satori descubrió que algo dentro de sí parecía saltar de alegria. Reconectaba con la niña que fue. Era un bálsamo de sosiego para su loco y ajetreado mundo en el que le había tocado vivir.
El entusiasmo se convirtió en pasión y la pasión, unida a una genética extraordinaria junto con un entrenamiento físico adecuado, la llevaron a las primeras plazas en las carreras locales, con el tiempo a las regionales y con más esfuerzo y sufrimiento, hasta las nacionales.
Su entrenador, le insistía una y otra vez: continúa!....Aún nos queda para llegar a la meta... Vamos, que tú puedes!... Harás historia en las páginas del atletismo... Conquistaremos el mundo si tú te lo propones!.
Muchas veces, tras tanta fatiga, se sentía sin energía, y pensaba no poder más, pero estaba viviendo ¿sus sueños?:
-Conseguiré el oro en unos JJOO, se repetía una y otra vez.
- Cuando consiga lo que me proponga, seré feliz de una vez y para siempre, pensaba.
Para ello debía ganar a otras grandes atletas y utilizaba todos sus recursos mentales, visualizándose repetidamente venciendo a las demás. Cuando no lo conseguía se irritiba e indignaba muchísimo, pero volvía a intentarlo hasta la extenuidad... Por su carrera deportiva hasta rechazó al amor de su vida:
- Aún no era el momento, se decía a sí misma.
El aplauso del público y las muchas felicitaciones que recibía, junto con la suplementación deportiva y la insistencia de todo el mundo a su alrededor, hicieron el resto.
Finalmente, logró el ansiado oro y, tras ese día tan especial, varias lesiones de cierta gravedad, la excesiva toxicidad por sus hábitos inapropiados (no sólo alimenticios sino por saturación emocional negativa) y una herida profunda en su corazón, hicieron que su rendimiento cayese en picado, dando comienzo su declive deportiva y personal.
En poco tiempo, se dio cuenta que en realidad, había muy poca gente a su lado. Menos aún que le hicieran sentir de manera positiva y que, no solo no era feliz, sino que sentía una profunda y no deseada soledad, junto con una terrible sensación de haber perdido el tiempo; y un vacío voraz fue el protagonista en esta etapa de Satori.
¿Qué había hecho mal?. Había seguido y realizado todo aquello que le habían programado y exaltado tanto por sus padres, la escuela, la sociedad, los medios de comunicación, ...había logrado el sueño de much@s, y sin embargo se sentía vacía.. No sabía, no comprendía nada ...
Hasta que cansada de todo y de todos se bajó del mundo cuando solo había oscuridad...
A partir de aquí, fue consciente que no tenía nada que perder y sí mucho que ganar. Esto le otorgó una fuerza colosal para emprender otro camino, desconocido pero expectante, tan poco recorrido como esperanzador.
Y se dedicó en cuerpo y alma a la indagación e instropección de todo aquello que realmente le proporcionase respuestas, salud y felicidad.
Viajó, se empapó de los tratados de los últimos reductos filosóficos y espirituales sobre la faz de la Tierra, investigó desconcertada sobre los misterios del pasado del ser humano y los hechos que se repitieron de manera semejante en las primeras civilizaciones de todo el mundo, que cambiaron el rumbo del verdadero ser humano hasta el actual y desconcertante presente.
Separó la paja del grano, hasta llegar a generar su particular filosofía basada en la experiencia, sin olvidarse de la sabiduria que le otorgó el fracaso. Con la práctica, se convirtió en una auténtica Guerrera....
Volvió a correr, era lo que le apasionaba y, justo antes de morir, dejó escritos estos preceptos para quienes se sienten vibrar como atletas guerrer@s:
EL ATLETA GUERRER@:
1º. El Atleta Guerrer@ utiliza la herramienta que le apasiona para su propio crecimiento personal como ser humano.
2º El Atleta Guerrer@
no utiliza su energía para vencer a los demás. La competición es un juego de estrategia y sus rivales, sus maestr@s que le ayudarán a perfeccionar el arte de empuñar la flecha, así como su dirección. Nunca son sus enemigos.
3º El Atleta Guerrer@ intenta apartar de sí, todos aquellos aprendizajes, pensamientos y emociones que le llevaron o le llevan hacia la desconexión, irritación, ira, avaricia, ofuscación, o hacia una falsa y engreida identidad. Su identidad real y más profunda es lo más sagrado.
4º El Atleta Guerrer@ desarrolla sentado y en su arte, tanto en parado como en movimiento, la atención concentrativa (la espada que abre paso en la mente), para posteriomente alcanzar la conexión profunda, consciente y plena, basada en la vibración más sutill posible y en el sentimiento.
5º El Atleta Guerrer@ sabe que las emociones, que son el nexo entre la mente y el cuerpo, están intimamente ligadas a la respiración. Y no olvida hacia dónde le dirige el corazón, alejado del vientre y de los pensamientos. Allí es donde encuentra su verdadera fuerza y tesoro.
6º El Atleta Guerrer@ aprende muy bien no solo a blandear la espada con fuerza y empeño, sino a dirigirla. Sabe muy bien distinguir la luz de la oscuridad tras un largo periodo de investigación.
7º El Atleta Guerrer@ aprende a valorar y conectar con el aquí y el ahora. Siente que de no hacerlo, muere.
8º El Atleta Guerrer@ sabe de su verdadero hogar: de quién es guardián y protector. Y también de sus verdaderos enemigos internos y externos...
9º El Atleta Guerrer@ no es lo que tiene, sino lo que ES.
10º El Atleta Guerrer@ llega, observa y conecta.